Lo más común es que sea un mecanismo normal para regular la temperatura y no debes preocuparte.

En ambientes fríos, nuestro termostato, que está situado en el hipotálamo, detecta cuando nuestra temperatura está por debajo del nivel normal y activa mecanismos naturales para regularlo, evitando así que el calor se pierda, como es la vasoconstricción capilar (las arteriolas de contraen y pasa menos sangre a través de ellas). En dedos de manos y pies, orejas, nariz o labios esta vasoconstricción capilar se traduce en frialdad, que a veces puede acompañarse de dolor y de una coloración azulada o pálida de la piel. Estos signos desaparecen si la temperatura exterior aumenta, porque los capilares se dilatan, los tejidos se calientan y se recupera la coloración normal de la piel.

Tenemos que tener en cuenta que la piel seca y dañada durante el invierno favorece que se produzcan heridas o cortes, que en ocasiones pueden sobre infectarse. Ducharse con agua muy caliente deshidrata mucho la piel y es preferible hacerlo con agua templada y no más de una vez al día. Cuidado también con el lavado excesivo de manos, que puede provocar dermatitis.

No fumes, el tabaco hace que los capilares se contraigan y que la sangre no circule bien.

Es importante hidratar y cuidar diariamente de la piel de nuestro cuerpo, especialmente la cara y las manos. Salir a la calle protegidos, usar calcetines y guantes y evitar los cambios bruscos de temperatura. A todos nos gusta poner las manos en el radiador o en agua caliente cuando volvemos de la calle con frio, pero no es lo recomendable. Si los capilares de forma brusca se dilatan se produce dolor y en la cara pueden salir arañas vasculares permanentes, especialmente en las mejillas. Esto es muy importante en personas con mayor sensibilidad al frio que sufren de perniosis (sabañones) o fenómeno de Raynaud.

En ausencia de frio ambiental, la frialdad en los dedos de manos y pies es también por una la vasoconstricción capilar que en este caso desencadena el sistema nervioso simpático, muchas veces debido a cambios hormonales, como son el hipotiroidismo, la menopausia o el embarazo.

En situaciones de anemia, la sangre no se oxigena igual y también en una mala regulación de la temperatura, sobre todo de las extremidades.

La angustia y la ansiedad también pueden acompañarse de manos frías y de sudoración.

Menos frecuente es que se trate de enfermedades reumáticas autoinmunes como la esclerodermia o el síndrome de Raynaud que alteran la microcirculación siguiendo un patrón determinado, que podemos identificar en la capilaroscopia.